EL VERBO SE HIZO CARNE
¿De qué cielo, Niño, nos vienes
que tu cuerpecito rosado tienes?
Océano infinito de ternura,
príncipe de la hermosura.
¿De qué edén perdido, inocente,
has venido, Lucero de
Oriente?
Desgajado del Rosal florido,
entre esplendores sagrados nacido.
En el seno, del Padre clemente,
o sin nacer ¿fuiste Hijo, eternamente?
Hijo amado del Padre celeste,
¡y de Adán y David descendiente¡
“Hijo del hombre” cómo Tú
decías.
¿Fuiste luz sin contornos,
sin días;
fuego en expansión, en lo eterno,
en la tierra; llama en lo materno?
Llama de amor, en el virginal seno.
Oscuro a mis sentidos, Dios Pleno.
Con contornos de hombre, definido.
¿O fuiste antes de los
siglos nacido,
en todos los que aquí, ya
han sido?
Misterio, ¡Dios mío¡, en el cielo.
Misterio: ¡qué profundo¡, en este suelo.
Misterio que vela a Dios en la carne,
y lo revela, en el fuego en que arde.
Hijo de una Virgen y Madre en flor,
no te ven mis ojos: ¡sólo
mi amor¡
Mas lloro esta noche, la
maravilla
de esta visión, ¡Dios mío! tan sencilla
de verte Niño: oculta tu divinidad,
y humano, para siempre, en
Navidad.
Sor Alicia- Año - 2006
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