martes, 9 de septiembre de 2014

Poesía 26


NAZARENA


¡Nazarena, Nazarena!,
la de los pies sin calzar,
la de la cara morena.

Tus raíces, ya en la pena,
florecen agua de mar;
y hay rocío y hay pesar,
sobre tu  cara  morena.

Tú corazón ya en el aire,
por siete heridas sangrando,
¡ay, de tan duro quebranto!
¡Madre del llanto amargo!
¡del Nazareno, Nazarena!

¿Quien es esa mano loca,
que a silencio te condena?

¿Para ti solo hubo hiel,
y se te negó el suspiro?
Dime tú con qué cadena,
lograron sellar tu boca.

Clavada en cruz te miro.
En cruz estás, cómo Él.

¡Nazarena!   ¡Nazarena!
la de los pies sin calzar,
la de la cara morena.

Fluye a tus labios la vena,
ya rota, de tanto amar.

¡Ya podéis desenclavar,
soldados, a la Azucena!,
que ya está seca la mar,
y los ríos son desiertos;
su corazón está muerto...


¡¡¡Vamos a resucitar!!!

Sor Alicia Mª

Poesía 25


HERMANAS

Tu silencio aletea en el vacío,
siento que tu corazón es mío.

No hay nada que decir, 
desde mi total Yo a tu total Tú.

Es mansión de eternidad;
tu casto amor y el mío.

Nada ocurre, nada pasa,
en ese instante interior;
Dios de amor compartido.

Te conocí en ese mundo joven,
de nuestro primer Amor.

Florecía la primavera, o...
estaba el estío en sazón, y... 
se desprendían las hojas de oro,
por los campos cansadas,
de tanta lluvia,  y tanto sol, . . .

Soltaban las nubes su blanca
melena de blanda frescura;
y tú, y yo, en silenciosa oración.

Como si nada pasara,
presas sólo de su Amor:
Inmóviles, impasibles
en gozo y en dolor.

Ya pasaron muchos años:
Los inviernos maduraron,
sobre nuestro corazón.
Tu alma vive entregada,
en éxtasis de puro amor.

Yo ando entre senderos: ¡todavía!,
sin saber por donde voy.

Por mis ventanas penetran,
los rayos de tu paz interior.

Quiero  entrar en tú recinto,
en donde nuestros silencios
son una sola voz: ¡como entonces!,
aleteando en el vacío del Amor.

Dios acoja tu silencio y mi voz,
como incienso de una sola oración.

Sor Alicia Mª


Poesía 24


ÉXT A S I S

Ojos bajos, . . .
paso lento, . . .

Voy caminando en silencio,
entre encalados muros,
por los claustros de tu templo.

Voy buscando en lo más hondo,
la verdad de tu misterio.

Voy sufriendo tu sufrir,
y voy gozando tu encuentro.
Voy buscando tus amores,
y por ellos ¡voy muriendo!

Momentos que se eternizan,
y paralizan el tiempo.

Mientras sigo caminando,
ojos bajos, . . .
paso lento,
entre transportadas sombras,
por  los claustros de tu templo.

Sor Alicia

20-6-1967