TU I M A G E N
Te he visto,
Jesús,
y, . . . ¡no
he podido!
Yo te prefiero
dentro de mí:
como te
imagino.
Con las manos
y los pies llagados,
y el corazón
herido.
Con tu amor en
mis entrañas,
y tu voz en
mis oídos.
La figura y el
rostro,
indefinidos.
Como luz en mi
noche,
y razón por la
que vivo.
Con tu voz
amorosa,
revelándome al
Padre
y entregándome
el Espíritu.
Yo te prefiero
así:
resucitado y
divino.
Mitad tú y
mitad yo,
sin contornos
ni figuras.
Solo: ¡con el
corazón herido!
Con las manos
traspasadas,
extasiando
mis sentidos.
Con la mirada
escondida,
tras los
párpados caídos.
Yo te prefiero
así:
resucitado y
divino,
como yo te
imagino.
Que para
rostro humano
¡ya basta con
el mío!
Sor Alicia Mª