HERMANAS
Tu silencio aletea en el
vacío,
siento que tu corazón es
mío.
No hay nada que decir,
desde mi total Yo a tu total
Tú.
Es mansión de
eternidad;
tu casto amor y el
mío.
Nada ocurre, nada
pasa,
en ese instante
interior;
Dios de amor
compartido.
Te conocí en ese mundo
joven,
de nuestro primer
Amor.
Florecía la primavera, o...
estaba el estío en sazón, y...
se desprendían las hojas
de oro,
por los campos cansadas,
de tanta lluvia, y tanto
sol, . . .
Soltaban las nubes su
blanca
melena de blanda
frescura;
y tú, y yo, en silenciosa
oración.
Como si nada pasara,
presas sólo de su Amor:
Inmóviles, impasibles
en gozo y en
dolor.
Ya pasaron muchos
años:
Los inviernos maduraron,
sobre nuestro corazón.
Tu alma
vive entregada,
en éxtasis de
puro amor.
Yo ando entre senderos: ¡todavía!,
sin saber por donde
voy.
Por mis ventanas
penetran,
los rayos de tu paz
interior.
Quiero entrar en tú
recinto,
en donde nuestros
silencios
son una sola voz: ¡como
entonces!,
aleteando en el vacío del
Amor.
Dios acoja tu silencio y mi
voz,
como incienso de una sola
oración.
Sor Alicia Mª
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