NAZARENA
¡Nazarena,
Nazarena!,
la de los pies
sin calzar,
la de la cara
morena.
Tus raíces, ya
en la pena,
florecen agua
de mar;
y hay rocío y
hay pesar,
sobre tu
cara morena.
Tú corazón ya
en el aire,
por siete
heridas sangrando,
¡ay, de tan
duro quebranto!
¡Madre del
llanto amargo!
¡del Nazareno,
Nazarena!
¿Quien es esa
mano loca,
que a silencio
te condena?
¿Para ti solo
hubo hiel,
y se te negó
el suspiro?
Dime tú con
qué cadena,
lograron
sellar tu boca.
Clavada en
cruz te miro.
En cruz estás,
cómo Él.
¡Nazarena! ¡Nazarena!
la de los pies
sin calzar,
la de la cara
morena.
Fluye a tus
labios la vena,
ya rota, de
tanto amar.
¡Ya podéis
desenclavar,
soldados, a la
Azucena!,
que ya está
seca la mar,
y los ríos son
desiertos;
su corazón
está muerto...
¡¡¡Vamos a
resucitar!!!
Sor Alicia Mª
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