Si, eres para mí,
consuelo de atardecer,
lluvia clara en mi regazo,
rocío en la cara reseca,
luz suave al corazón.
Sombra blanda en el calor,
mosto en tierra de secano,
caricia en mis mejillas,
claridades de alba matutina.
Balanceo en tu regazo, . . .
recuerdos dulces de infancia, . . .
como niña en tus brazos, . . .
Madre de Consolación.
Danos a todos tus brazos.
Todo lo espero de ti, Madre.
Ya no se decir: Mamá. Pasan los años.
En tu corazón dejo mi
orfandad:
La de tantos niños no nacidos.
Bajo tu manto, dame su muerte,
Toma mi vida: A mí.
¿Qué no se a que he venido?
Dímelo Madre; a ellos no, a mí sí.
Pule tú mi silencio, y mi
palabra.
Forma un ramillete de
estrellas,
para nuestra consolación.
Y llévame al cielo que
soñabas:
Cuando te hizo Madre el Señor.
Sor
Alicia
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