martes, 8 de julio de 2014

Poesía 19


LA  SAMARITANA

Ni sed ni cansancio tiene,
tan solo hambre de amor.
Dulce fiebre, mortal dolor,
lo que en Sicar le detiene.

Doradas mieses de espigas,
se rinden para la siega.
Muy en sazón Jesús llega,
a descansar sus fatigas.

Que tiene que abrir un pozo,
en  un alma de mujer.
Y le ha de pedir de beber
de su amor: ¡que inmenso gozo!

Las mieses ya  están  maduras:
¡Si él las pudiera segar!
Y Jesús, que es fuente y  mar,
agua pide a sus criaturas.

Ni sed ni cansancio tiene,
tan solo hambre de amor.

Dulce fiebre, mortal dolor,
lo que en Sicar le detiene.

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